MAL COMIENZO DE FIESTA
Días de juerga y jolgorio en Jerez de los Caballeros. Fiestas en honor a San Bartolomé, santo patrón del puebro.
Mucho jaleo, mucho barullo dende por la mañana que estrumpieron los cohetes dando comienzo al primer día de fiesta.
Anda atareá la Sebastiana que tíe visita, vienen de los Bilbados
sur'mana Florencia y su cuñáo Arfonso, dambos residentes en aquella
tierra dende c'a él le salió trebajo en los'Artos Jornos de Viscaya.
Ha preparáo comías y durzáinas y se desace porque to esté al gusto de
los guéspedes - que de seguro que no prueban un buen cocío con chacina
de la nuestra dende la úrtima vez que bajaron ar puebro, güeno no... que
p'a pascua les mandé un paquete, que me s'abía orvidao- mueve la lengua
la Sebastiana a la mesma vez que no eja de mové las manos.
Entre tanto, ya está Manolito y Pepi cuasi arreglaos y listos p'a dir a la prucesión del Santo.
Sebastiana agarra el peine y asienta a la zagalina en la sillina baja
multiusos p'a jacerle las trenzas y la coloca dos lazinos coloráos
jaciendo juego con el coló de la farda pichi que hoy lleva la Pepi de
estrena.
-¡Que no quiero trenzas, que me restira el pelo y me
duele, rediéz! Amos a vé por qué no púeo yo tené el pelo cortino como
Manolito que no nesecita ni trenzas, ni lazos, ni ná.
- Tati quieta
y callá. Y cudíao con lo que suertas por la boca, lengua infame. Éjame
que acabe de peinate. Manolito es un niño y tú eres una señorita -
contesta Sebastiana a la mesma ve que le pega un tirón a la Pepi sin
queré queriendo - Y no te subas al monturrio ni a los naranjos de la
praza, Pepi, jomía, que tás tu siempre en to lo arto como las cabras.
Y allá que sale Sebastiana a la puerta orgullosa de sus zagales, y se
jincha al ve los guapos que van mientras ya van ellos regolviendo la
esquina.
Al ratino, ascucha la voz de Florencia en la calle que a voces la llama:
- ¡Seeebaaasss que ya tamos aquí!
Asoma la hermana venida de los Bilbados la cabeza por el postigo y
quita la tranca, le planta dos besos resonáos en los mofletes coloráos
de la Sebastiana y le ice:
- ¡ Sebas, hija, qué caló! - ¿No tendrás un vasino de esa limoná fresquita que a mi me gusta?
- Flor, que no has cogío ni'un macuto, guapa- entra Arfonso en la casa cargaino como un burro con to tipo de maletas.
Sebastiana mira a sur'mana y endispués a su cuñáo, a su cuñáo y otra ve a sur'mana con la boca abierta y los'ojos desencajáos.
- ¿ Qué es eso de Sebas y de Flor? ¿Dende cuando nos han mudáo de
nombre que yo no m'anteráo? - pregunta la dueña de la casa arrugando el
jocico y arrejuntando las cejas.
- No mujé, es que Sebas y Flor
suenan mejó y más moerno. Nunca me gustó el nombre que m'endilgaron
nuestros padres. Y el tuyo tampoco, dicho sea de paso.
Sebastiana se pone en jarras y mu seria contesta:
- Mira tú, Florencia. Ascoge p'a ti el nombre que te dé la gana, pero a
mi paecé que tíes un nombre mu bonito y mu lucío p'a que lo recortes a
la mitá. Flor ice, de qué, ¿del'alelí? Y er mío, éjalo como está c'a mí
me gusta mucho y estoy mu orgullosa de llevá el nombre de mi agüelo que
tamién era el tuyo. ¿Tamos?
Cuando Sebastiana va a cerrá la
puerta la calle aún con el mosquéo bien presente, aparece Manolito
vestío con la farda pichi de la Pepi y llorando a moco tendío.
- ¡ Madre del amor hermoso! ¿C'a pasaó, jomío? ¿Ande anda la Pepi? - Chilla llevándose la manos a la cabeza.
- Madre, está subía en el monturrio tirando naranjas a los paseantes de
la praza - responde Manolito to asustáo y mirándose las pierninas de
palillos que la farda deja al descubierto- Y m'a dicho que le empreste
los calzones p'a no ensuciase la farda y rompese las bragas. Y lo malo
es que la pegáo un naranjazo en toa la calva a Don José el cura.
Güerve la cabeza la Sebastiana p'a sus guéspedes y les suerta:
-Sus'esperáis un momentino que voy en cata de la Flor y nata de to los
naranjos habíos y por habé. Qué igo Flor, ¡un cardo borriquero! eso es
lo que es esta hija que Dios m'a dáo, que venía p'a macho y en la mitá
er camino se gorvió jembra. Mal empezamos las fiestas, Sebastiana, mal
empezamos.