martes, 31 de marzo de 2015

Culo veo, culo quiero (cuento infantil extremeño)

CULO VEO, CULO QUIERO
(Cuento infantil extremeño)


Érase que se era porque así me lo contó mi abuela, que había una vez una madre que tenía dos hijos. El hijo mayor que tenía mucha imaginación siempre andaba inventando y creando cosas que luego repartía entre amigos y familiares. La hermana más pequeña que había nacido antojona y envidiosilla andaba a la cata de él intentando copiar todo lo que hacía.
Con unas hojas de chopo, unas piedrinas del río y un cacho de corcho, el zagalino hacía un cuadro, luego lo envolvía en papel de estraza y todo orgulloso se lo mostraba a su madre:
-Mamá, mira lo que he hecho, es para ti.
La niña que no perdía detalle enseguida saltaba diciendo:
-No, eso es para mi.
Cuando la madre le explicaba que el regalo era para ella y no para la niña, ésta se enojaba y pataleaba de rabia. Cuando se le pasaba el berrinche, intentaba copiar con pelos y señales el cuadro de su hermano, y no sólo no le salía ni medio regular sino que encima no era capaz de envolverlo en el papel de estraza.
Daba igual lo que el niño inventara, no importaba a quién lo regalaba. La niña siempre quería ser la inventora o la que recibiera el regalo, eso sí, siempre envuelto en el consabido papel de estraza. Y la retahila final siempre era la misma: Eso es para mi o yo quiero hacer uno igualito.
El pobre niño, que no era mucho mayor que su hermana, cada vez se sentía más y más cohibido en hacer todo lo que su imaginación le dictaba. Sabía que luego una vez la obra terminada y entregada a su destinatario, vendría doña enfados con el hocico arrugado dando la tabarra.
La madre que era muy buena pero más bruta que un bocadillo de bellotas, decidió poner remedio a esta situación una mañana en que el niño hizo aguas mayores en su orinal.
Ni corta ni perezosa, corrió en cata de su hija que andaba jugando con su muñeca de trapo y muy sonriente le dijo:
- Mira, mira lo que ha hecho tu hermano, y, ¡me lo ha regalado!
Cuando la zagalina la vió con el orinal en la mano y comprobó su contenido, sin decir ésta boca es mía, volvió a jugar con la muñeca.
La madre queriendo llegar más allá, preguntó como quien no quiere la cosa:
- ¿Esta vez no chillas ni se te antoja mi regalo? ¿Esta vez no lo quieres?
-No - respondió la mocosa con cara de angelito caído del cielo.
La madre, creyendo haber conseguido enseñar a la niña, añadió:
- Pues deberías quererlo. No sólo se antoja ni envidia los regalos buenos, sino también los que no lo son tanto, ¿no te parece? O quizás... ¿no sería mejor que cada uno se conforme en ser como es sin preocuparse de lo que hagan o lo que tengan los demás?
A lo que la niña respondió con impertinencia:
- El regalo no lo quiero porque no está envuelto en papel de estraza.
- ¡Acabáramos!- respondió la madre. Si ése es el problema yo tengo la solución.
Y dicho y hecho. El regalito fue envuelto por la mamá con mucho esmero en papel de estraza y colocado bien visible junto al sitio donde dormía la niña.
- Cuando tú no lo quieras, no tienes más que decirlo, pero piénsalo bien. Eso supondrá que has de prometer que no volverás a envidiar ni se te volverá a antojar nada de lo que tu hermano haga y regale, ¿estamos?
Una noche. Una larga noche aguantó la niña (que también era orgullosa de narices) el regalito y su perfume. A la mañana siguiente, le dijo a su mamá:
- No quiero el regalo, lo que es de mi hermano y a quién lo regala es cosa suya, por mucho papel de estraza que lleve.
Y colorín, colorao, este cuento se ha acabao

domingo, 29 de marzo de 2015

Salve

Foto: Antonio Rivera Carrasco.


SALVE
Dios te salve, señora,
madre amantísima de la Soledad.
Permíteme alumbrar la senda
que conduce hacia tu destino,
y bajo tu manto divino
acompañarte en tu caminar.
Poder remediar quisiera
el motivo de tu tormento
y que con ansia yo necesito,
pero...
no basta con querer... ¡no puedo!
luchar contra lo que ya está escrito.
Por eso...
Déjame madre ser tu pañuelo
y tus lágrimas enjugar,
poder auxiliar yo espero
ofreciéndo alivio y consuelo
en este aciago penar.
¡Madre mía, no estás sola!
tu hija contigo va
emocionada y agradecida
de tenerte presente en mi vida
alumbrando en mi caminar.

sábado, 28 de marzo de 2015

Madura


Madura, que no vieja.
Resabiada de sinsabores.
Asqueada de llantos quejicosos,
sin razón cierta.
Madura, que no vieja.
De vuelta de viajes largos.
Cansada, no derrotada.
Doctrinas que con dolor entran.
Madura, que no vieja.
Sorda, muda, ciega,
ante estampas sin sentimientos.
Loca o cuerda, según vea.
¡Madura, que nunca vieja!
Escarmentada de casi todo.
Testigo de controversias.
A veces, mejor dormida,
dormida, que nunca muerta.

Zapatos de tacón

Súbete a unos zapatos de tacón y taconea con ellos- me dijeron- Probé... y no me gustó. Desde tan alto se ve al prójimo muy chiquito y casi invisible ( es normal si lo pisas, dicen los expertos).
Los tacones de la prepotencia no son para mi. Me hacen sentir incómoda, pierdo estabilidad y seguridad en mi misma y hasta mi propia identidad. No merece la pena unos minutos de gloria cuando sabes que la caída está próxima y el precio a pagar es muy alto.
Debe ser un calvario para los que están subidos en ellos todos los días de su vida, o quizás no.
Así que decidí pisar segura en el suelo al poco de ponérmelos, calzar de nuevo mis zapatos planos de siempre, y ser feliz

jueves, 26 de marzo de 2015

El susto

EL SUSTO
Paseaban Juan y Pedro
por la calle Chipirón
cuando Juan se vio en el suelo
tras sufrir un tropezón.
Un percance sin importancia
que acabó con el problemilla
de un siete en el pantalón
y un raspón en la rodilla.
Luis, que observó la escena
y al cruzarse con Felisa,
aprovechó la ocasión
para darle la noticia.
Y ésta corrió presta
en cuanto vio a Clara
para soltarle la nueva
antes de que se enfriara.
Clara que iba al mercado
se olvidó de su tensión
y corrió como los gamos
para dar el notición.
Y mi hermana llegó a casa
seguida por su cuñada,
gritando como una loca
y con la cara desencajada.
-¡A mi Juan se lo han llevado,
ha sufrido una caída,
el golpe ha sido tan fuerte
que casi le cuesta la vida!
Tres fracturas en un brazo
rotura de rabadilla,
se le ha perforado un pulmón
al clavársele una costilla.
Y yo que sé la historia
porque Juan es mi cuñado
y Pedro mi marido
intento que se se tranquilice
y explicarle lo ocurrido.
Que los dos están de cháchara
sentados en mi salón
recordando el episodio
ante un plato de jamón,
al que acompañan con vino
para celebrar su fortuna
que al final quedó en un susto
la caída inoportuna.

Aprende a ser feliz

Nunca pretendas en tu vida ser más ni menos que nadie. Sé tú, siempre. No pises a nadie pero tampoco permitas que lo hagan contigo. Sé humilde pero no caigas en el masoquismo. Date el valor que mereces pero no caigas en el egocentrismo. Muestra tu apoyo a los demás pero no seas trapo de ellos. Busca personas que te aporten algo positivo y huye de las que llevan la negatividad por bandera.
La vida es en sí lo bastante complicada como para cargar con pesos añadidos.
Libérate y suelta lastre, aprende a ser feliz cada día.
El levantarte cada mañana debe ser un placer de disfrutar de un día más, y no una obsesión al pensar en qué o quién será el responsable de que tu día no sea el esperado

martes, 24 de marzo de 2015

Hija fui y madre soy

HIJA FUI Y MADRE SOY

Saudade, lembranza, melancolía...
cúmulo de sentimientos encontrados,
fruto de momentos de rebeldía
que nunca fueron aniquilados.
No hay mano que mate oído
que no escucha consejos sabios,
el tiempo dará el sentido
y hará que se sellen labios.
Que escupen incongruencias
y que gozan de desatinos,
ya llegarán experiencias
con sus repasos divinos.
Madre soy, y entiendo ahora,
aquellos momentos narrados,
actitud inmadura y cegadora
que ignora consejos sagrados.
Tan sólo unos minutos quisiera
para besarte y poder decirte
que ahora te entiendo, mi consejera,
ahora veo lo que ya tú viste.
Madre, la historia se repite hoy,
y yo le digo a tus nietos
que si llegado el día me voy
recuerden momentos concretos.
Como yo los recuerdo ahora
en que ya no estás conmigo,
consejos que no supe entenderte
y con el tiempo he comprendido.

Mujer

MUJER, NO PERMITAS QUE TE DEJEN HUÉRFANA DE LUZ


Acabé por abrir de golpe mis ojos
a la luz de la que huérfana me dejaron,
como quien sale del peor de los infiernos
abrasada en promesas incumplidas.
Color blanco radiante en el comienzo,
como blanca la inocencia que robaron,
a una niña enamorada y convencida
de que era dios su enamorado.
Abusos y golpes más que merecidos,
errores y culpas que se aceptan
resignada, reproches y censuras.
Voluntades perdidas y olvidadas.
Y el blanco se fue tornando en gris
ante mis ojos amoratados, casi ciegos.
Que se negaban a ver con claridad
hasta que el negro anegó mi alma.
Y negro fue el comienzo en la vida
del ser que vino al mundo sin pecado,
fruto del odio y de violaciones consentidas
sufriendo de sin razones y de desdichas.
Y aquella niña enamorada de su dios
decidió un día romper las barreras levantadas,
medio muerta, envuelta en llagas
que ningún bálsamo al menos aliviara.
Con un niño agarrado a mi pecho que reclama,
a una madre sobria y no embriagada
de besos con sabor a sangre, de maltratos
en caricias solapados con abrazos de sal.

Y ante mis ojos vuelve la luz en la mañana y
respiro, sin esperar el permiso obligatorio.
Poco a poco lo negro vuelve a ser gris
y, si algo osara dislumbrarme...
que sea el blanco inmaculado que retorna.

lunes, 23 de marzo de 2015

Marinero

MARINERO


Marinero soy y a la mar me debo,
nací entre sedales y anzuelos,
entre redes rotas mil veces remendadas
para obtener el sustento.
Marinero soy y quiero y no quiero,
bailar con la mar cada día
la danza de mis ancestros,
mi cuerpo ya se resiente, estoy viejo.
Marinero soy y de la mar yo espero
no me traicione, que soy el mismo,
aquel muchacho que nunca pretendió
ser señor de aguas sin dueño.
Marinero soy y a la mar yo vuelvo
aún enamorado, pero también yermo,
de aquella pasión desbordada
de la que solo queda el recuerdo.
Marinero soy y moriré marinero,
eso fue lo acordado en aquellos días primeros:
de mi vida, dueña siempre la mar,
de mi muerte, dueños los que me amaron y no me tuvieron.

 

Domingo

DOMINGO
 
Hoy es Domingo, fiesta de guardá y día de escamondijo como ice la Sebastiana.
El escamondijo del Domingo no tíe na que ve con el lavijo de los días de diario, en q'uno se asea lo mejó que puede y está deseandito de comé un bocao y dirse a
la cama, q'al día siguiente jay que madrugá p'a dir al tajo otra ve.
La Sebastiana s'alevanta a punta mañana los Domingos y agarra el rosario y el misá, s'planta el velo y sale zumbando p'a misa de ocho.
Y dende mucho ante, ya ha quedao encendío el anafre con la lata grande p'aque se vaya calentando el agua.
Ella s'ascamonda el Sábado a la noche, p'adir fresca y goliendo bien p'ascuchá la palabra del Señó al día siguiente (eso ice ella).
Cuando el reló del pueblo viene dando las menos cuarto (las nueve), viene la Sebastiana acudiendo a casa, y dende que entra por la puerta ya m'astá llamando la condená:
- ¡¡¡¡¡ Cilomenoooo!!!!!!
Yo m'apego la media güerta y me jago el dormío p'avé si s'aburre o s'olvida, pero...¡quía! Al terce bocinazo si no la'respondo, jentra com'un juracán en lal'coba y tira de toa la ropa de la cama p'atrás y me ice:
-Cilomeno, amos jombre, qu'es Domingo. Vaite desarrebujando ya en cuanto yo t'aso la ropa.
Y jabre de gorpe el ventanuco y jecha p'atrás el cacho cortina p'aque s'aventile el cuarto.
Endispués de trincáme una media suela de pan con tocino refregáo y un güen tazón de café con leche, esmienza otro de los ritos sagráos de esta mujé mía.
Me pongo apoyáo con las dos manos en la mesa y ella se ensota en la mano el calcetín gordo que usa p'aestos menesteres. Arremoja el calcetín en la palangana del agua y me moja l'aspalda, cuando ya la tíe bien arremojá, unta el calcetín con la pastilla de los Domingos (que no es la misma de los otros días) y esmienza antonces el escamondijo por tolo'alto. Refriega d'arriba p'abajo, endispués d'abajo p'arriba y aluego p'alos laos. Y con la otra mano m'ampuja p'aque abaje la cabeza y m'arrefriega las orejas, por delante, por detrás... y llega al pescuezo. Tengo yo en el pescuezo una mancha dende que nací, que icía la probe mi madre que era un antojo de moras, y tengo la mancha en forma de mora plantá en tol'medio el pescuezo. Pos la Sebastiana s'ampeñáo en que la mora tíe q'está de coló verde acituna y no d'un coló moráo, y que s'istá así, es que tíe roña. Y le da un tute a la mora, que no sé como no m'arranca hasta el pellejo, y agora es cuando ella canta esa toná q'sainventáo y que ice:
-¡Áy mi moro de la morería, que tíe una mora verde, una mora verde, y no morá ni chuchurría. Que no morá ni chuchurría, que es una mora verde, áy la mora verde que tíe mi moro de la morería...!
En cuanto acaba la cancioncina, ya da ella por acabá su función, s'a limpia las manos n'el delantá y me jarrea el gorpecino n'el jombro:
-Yas'tá Cilomeno, refriégate tú po'ralante y escamóndate bien tus partes bajas.
Tíe guasa la mujé. Estaría güeno que tamién m'arrefregara ella p'aí abajo. Solo de pensálo m'entra temblina. ¡A cachos, a cachos m'secaía lo que a mí me jace hombre!
M'avisto yo solo, que ya m'alibré de la pejiguera de tenéla tamién encima p'ayudáme. ¡Ni q'uno juera manco, rediéz!
Y es antonces cuando me coge descudíao y me baña en esa colonia gedionda que s'llama Varon Dandy y que ice que viene de Francia.
Ya en la calle, la ascucho llamáme:
- ¡Cilomenoooo, que no t'as afeitáoooo!
-El Domingo que viene, Sebastiana, el Domingo que viene.
Cuando entro por la puerta de la taberna, esmienza el cachondeo:
- ¡Vivan las mozas guapas!- me ice mi compadre Nicasio.
-Cilomenita, ¡qué bien güeles joía! ven p'acá y siéntate a mi vera- me juerta mi cuñáo.
Y ya p'a rematá ascucho a uno de mis compañeros de faena:
¡Óle mi niña guapa, cómo muda los Domingos!
Güeno, güeno...
-S'acabó lo que se daba, el próximo que jabra la boca, s'ela cierro d'una güantá. Y'astá bien de pitorreo.
Y to cabreáo, jecho una mirá al montañes q'está etrás de la barra y le igo:
- Una ronda Antoño y la baraja, amos a desfrutá del Domingo, que ya va siendo hora...

Vacía sin ti

VACÍA SIN TÍ


Blanca paloma coqueta,
como tórtola en el arrullo
como esa madre que enseña
a volar, a sus indecisos hijos.
Tus ojos, dos perlas negras,
tus manos, roce divino,
flores grana tus risas,
tus lágrimas cristal muy fino.
¡Amabas y no podías decirlo!
ésa era la causa de tu mal.
Sufrías, agonizabas en silencio
y nunca lo supe apreciar.
Fría y serena te veía morir,
ante mí, tu corazón ya no palpitaba
y, ahora que no puedo hacer nada
me encuentro vacía sin tí.
Ya descansas en tu último lecho
bajo una lápida fría y hermosa
sobre tu pecho una rosa
una sonrisa desfigurada en tu boca. 


Versos sin título

VERSOS SIN TÍTULO

¿De qué color es el sentimiento del amor?
Decídme de qué está hecho y cómo debo tratarlo.
El amor, ¿es una emoción afectiva entre dos
seres que se han encontrado?
Dádme razones de ello que estoy confundido
y asustado.
Mi corazón palpita distinto desde que la vi
por vez primera, y tiemblo cuando me mira,
y mudo quedo cuando se acerca,
y no oigo, tampoco veo cuando conversamos.
Tengo miedo porque no sé qué ocurre,
en ella observo los mismos síntomas
y que se encuentra envuelta en el mismo caos.
¿Qué enfermedad me aprisiona, o
no es enfermedad mi sentir desaforado?
Siempre pensé que todo yo era piedra
nunca me había encontrado en este estado...
¿Amar y ser amado?
¿Será lo que siento el sentir de los enamorados?




...

Y continúa lloviendo

... Y CONTINÚA LLOVIENDO


Llueve desde la mañana.
Finas gotas de agua cálida
comenzaron temprano a filtrarse en mi
y cada poro de mi piel las bebieron al momento.
Y quedé empapada desde las primeras gotas,
por fuera primero, poco después, por dentro.
Y ocurrió al despertar la aurora. Y...
aún continúa lloviendo...
Lluvia de sentimientos y emociones,
que recorren los rincones de mi mente
y de mi alma, sin dejar resquicio inmune.
Lluvia que saboreo, porque también llueve en mi boca.
Miles de gotitas se cuelan por cada hueco de mi cuerpo,
y dejan inundado de felicidad mi yo mas profundo...
porque estallan adrentro, muy adentro.
Lluvia que viene cargada de sueños realizados.
De ilusiones cumplidas y un poco olvidadas,
porque miraba al cielo esperanzada
y lo veía acartonado, seco... no llovía.
Y pensé que nunca lo haría. Y...
aún continúa lloviendo...


domingo, 22 de marzo de 2015

Ande

Ande y váyase padre
y no m'altere los niervos,
y no le se'olvide
la varas d'alpiste p'a los canarios,
ni la cerraja p'a los mis grillos,
ni la yerbita de los conejos.
Que si el zángano de mi hermano
no dobla la costilla y come,
¡ qué cóile !
tamién tíen derecho ellos.

Los quehaceris

LOS QUEHACERIS.

¡Cóile con el hombri esti!
con que arranqui m'a salíu
to lus días una riña
no se pue'se má jurgiña
quel'qui tengu de maríu.

Ricos pobres, pobres ricos

RICOS POBRES, POBRES RICOS


Pobre de aquellos pobres
que adularon al rico
para alcanzar su riqueza.
¡pobre de aquellos pobres!
Pobre de aquellos ricos
que obtuvieron riqueza
manchada con sudor y sangre
de muchos pobres.
¡pobre de aquellos ricos!
Pobre de aquellos pobres
que obligó el hambre
a cometer barbaries
por deseo de los ricos.
¡pobre de aquellos pobres!
Pobre de aquellos ricos
que impusieron órdenes,
e hicieron proscritos
a muchos pobres.
¡pobre de aquellos ricos!
!Hijos de aquellos pobres,
hijos de aquellos ricos!
lapidad rencillas
que las viejas conductas
queden obsoletas, olvidadas.
Acabad con los fallutos pobres
y con los falsos ricos.

Ande andará la peseta

ANDE ANDARÁ LA PESETA

Me cá!!!!! Cómo me gusta emperreá a la Sebastiana. Aunque mi mujé es mu güena y mu apañá p'a tó lo que se ponga, tiene un caraíte que Dios candela. Me gusta gastarle gromas y ella, no aprende, y cae y cae una y mil veces.
La otra tarde golvía yo de
un día mu largo de trebajo en la siega pero mu contento porque traía un jornal mu güeno p'a casita.
¡Ocho duros! Con toitas sus pesetas. Qué contenta se iba a poné la Sebastiana, que ya le icían en c'a la Encalna que no podían darle ni un triste chusco más fiáo hasta que no pagara lo que se debía.
En cuantito llegué a casa y entré en el zaguán, me salió la Sebastiana con las alpargatas p'a que me las pusiera allí mesmo.
-¡Ay, Cilomeno hijo, qué horas de soltá el trebajo hombre. Tíes que está baldaito. Anda y quítate ese jato y lávate una mijina. Ahí tienes la borcelana y el jarro con agua calentita.
Mi Sebastiana es así, paece una metrallaóra cuando habla y no deja meté baza pa icí una palabra.
Y yo sabía que lo mejó estaba aún por vení...
Acababa de echá una miaja de agua en la borcelana p'a empezá a aseáme cuando la ascucho icí:
-Por cierto, dame las perras p'a ir haciendo los apartos. Mañana bien tempranito quiero dir a pagá to lo que se debe, que la Sebastiana es mu probe pero mu honrá.
Me arrimé a ella ya to descamisáo y le di las perras que traía arrebujás en el pañuelo. - Comienza la juerga en custión de minutos- me ije p'a mi.
Dende yo estaba la vide sentá en la silla de bayón ande ella acostumbra a sentase p'a cosé, p'a pelá las papas, p'a cortáme las uñas cuando toca, y, p'a contá las perras, cómo no, esa silla debe se p'a ella como una extremiá más de su cuelpo, igo yo.
Y empezó el rito del rezo, porque la Sebastiana paece que reza por lo bajinis cuando cuenta las perras, es una concentración tan grande que paece que está en trance mesmamente.
Y aunque esperaba el chillío, no lo esperaba tan pronto y me cogió tan desprevenío que del susto me aventé la borcelana con to el agua encima.
-¡¡¡Cilomeno!!!! Áaayy Cilomeno que t'an engañáo. Que aquí farta una peseta enterita. Ese manijero de los demonios s'a quedáo con una peseta que ha sio sudá y bien sudá por tu frente.
Yo, con toa la cachaza que juí capaz, m'a acerqué otra vez p'a ella y le ije:
- Anda ya, mujé. No habrás contáo bien.
- Por dos veces, Cilomeno. Y aquí farta una peseta - me icía la probe chillando y con la lágrima asomando por las orejas.
- Cuénta otra vez, que la peseta tíe que aparecé ande sea. ¿No se te abrá escurrío de la faldiquera?- Y me puse a rebuscá por el suelo buscando argo que yo sabía que no estaba.
Y allá que la Sebastiana mu nerviosa y alterá comenzó el rezo de nuevo:
-Áy Dios mío de mi alma, una y dos tres... Tres y tres, seis, y una siete... Que tan engañáo como a un zagá chico... y tres hacen diez.
Y ahí seguía ella contando y maldiciendo al manijero y acordándose de toa su gente, de la madre que lo parió la primera.
Ya cuando había contáo las perras por cuarta o quinta vez, me dió mucha lástima y decidí aclará ya lo ocurrío p'a que se tranquilizara una mijina que estaba al borde de un coláso.
Mu desimulamente me metí la mano en el bolsillo del pantalón y cómo aquel que no ha roto un plato en su vida, le ije:
- ¡Cucha, mujé! ande andaba la dichosa peseta. S'a debío de escurrí y s'a metío en el forro del bolsillo.
Cuando la Sebastiana guipó la peseta en la palma de mi mano, empezó a reir y a llorar to a la misma vez y resoplaba como un burranco. Mientras, yo me icía pá mi: Tas pasáo Cilomeno, tas pasao esta vez con la groma, otra como esta y a la Sebastiana le da un parraque y te quéas viudo.
Miré de soslai otra vez p'a la mujé mía y acariciaba las perras como si juera un gato.
-¿Qué hay de cená, Sebastiana?- pregunté p'a aliviá una mijina el ambiente que estaba mu cargao.
- ¡ Un cocío de garbanzos que te vas a chupá los deos, Cilomeno!
Y salió escopeteá p'a dir poniendo la mesa, con las perras metías en el seno.

Al despertar

AL DESPERTAR


Anoche soñé contigo
donde el sol aparece,
donde el agua se funde
con el cielo azul.
Anoche soñé contigo,
donde la aurora mece al día,
donde el amor y el sentimiento
son vencidos por la espada.
¡Fuego, herida, alma,
terror de una mujer maltratada!
Anoche soñé contigo
donde la tormenta estalla
donde el agua vierte
sus regadas lágrimas.
Anoche soñé contigo
y he despertado asustada.
¡tu rostro me causa miedo
tiemblo ante tus palabras!

Trabalenguas o adivinanza

¿TRABALENGUAS O ADIVINANZA?

Jana y Jano eran hermanos,
hijos de Martín Floro
que era murciano.
Marcos Lima tenía una tía
casada con un riojano,
cuñado de Martín Floro
el padre de Jana y Jano
El riojano tenía una prima
amiga de Gil Serrano
sobrino de Marcos Lima
y de origen toledano.
¿Qué parentesco uniría
al padre de Jana y Jano
con aquella que era tía
y esposa de un riojano?.

Adivina, adivinanza

Adivina, adivinanza
a ver si lo sabes tú,
que puede compartir la luna
con un caballo andaluz.
La magia, ella los une,
cuando a la orilla del mar
se ve al caballo y la luna
que no dejan de bailar.
Unas noches la luna baja
otras el sube hasta cielo,
ella acaricia su cara
el la mira tontuelo.
Y se funden en un abrazo,
tan sentido y sincero
que las estrellas envidían
ese amor verdadedo.
Y es que no hay mayor fortuna
que te puedas encontrar
como ver al caballo y la luna
cuando van a enamorar.

El olivo de la amistad

  EL OLIVO DE LA AMISTAD


Jerusalén, comienzos de mil novecientos. En una aldea formada por judíos, cristianos y árabes que se asentaron en esta tierra para construir su futuro.
Mohamed y Asael se conocían desde niños. Convivían junto a sus padres en una pequeña aldea al sur de Jerusalén donde pequeños y mayores labraban la tierra para poder subsistir.
Sus religiones y culturas eran distintas, mientras que la familia de Mohamed vivía allí desde tiempos lejanos, Asael y la suya llegaron cuando él era un bebé de días, huyendo de las iras del zar de Rusia que perseguía a los judíos por el simple hecho de serlo.
La aldea se convirtió en una gran familia donde todo era de todos y nadie era más que nadie.
Los niños vivían felices, ayudaban en lo que podían y en sus ratos libres compartían juegos y hacían travesuras propias de la edad.
Un día en que los mayores plantaban olivos en los terrenos de la gran huerta, los amigos pidieron permiso para coger uno de los arbolitos. Una vez obtenido, subieron a una zona un poco más alejada y con mucho mimo, lo plantaron entre los dos. Prometieron entonces que lo cuidarían para que el olivo creciera fuerte y robusto como la amistad que ellos se profesaban.
Así fue a partir de entonces, el pequeño arbolito de hojas débiles y escasas, se fue convirtiendo poco a poco en un árbol fuerte, cuyas raices agarraron en la tierra, nutriéndose de ella.
Los años pasaron, Mohamed y Asael crecieron y formaron sus propias familias. Y todos sabían en la aldea del significado de aquel olivo que lucía frondoso en lo alto de aquella cima, alejada de la aldea.
Cuando la oliva estaba pronta, los dos amigos iban con sus hijos a varear sus ramas y obtener la cosecha, cuando era el tiempo de la poda, volvían a encontrarse y disfrutaban despojándolo de los troncos y hojarascas que le impedían seguir creciendo y haciéndose cada vez más y más fuerte. Y allí mismo, Mohamed y Asael, estrechaban sus manos y se abrazaban, ante los ojos emocionados de sus mujeres e hijos. especialmente de Adina, hija de Mohamed, y de Raziel, hijo de Asael, que comenzaban a afianzar las misma amistad que veían en sus progenitores.
Una noche de principios de Agosto cuando las dos familias disfrutaban de una cena en honor de Mohamed en su cuarenta y ocho cumpleaños. Los dos jóvenes anunciaron a sus familias que estaban enamorados y pretendían casarse. Todos enmudecieron y a partir de ahí, todo cambió para las dos familias. Aunque ellos se querían como hermanos y sus padres eran amigos inseparables, era impensable que las dos familias pudieran unirse mediante la boda de sus hijos. Mohamed, era árabe y su religión era el Islam y su único Dios era Alá, el todo poderoso. Asael por el contrario, profesaba la religión judía y nunca permitiría que Raziel, se convirtiera al islamismo.
Adina fue enviada con su tía Layla, hermana de Mohamed, a la ciudad de Ramala y Raziel por su parte, viajó hasta Estambul para estudiar medicina.
La amistad entre Mohamed y Asael se truncó y aunque se saludaban con una leve inclinación de cabeza cuando se encontraban inevitablemente en la aldea, no volvieron a dirigirse la palabra y mucho menos hablar de lo ocurrido.
El tiempo seguía corriendo y los años iban pasando, y los dos amigos se añoraban en la distancia y lloraban a escondidas, maldiciendo su orgullo y su cobardía noche tras noche.
Una noche de tormenta de verano, casualidad o no, cuando Mohamed hacía su cumpleaños setenta y cuatro, un estruendo muy grande acompañado de un gran foco de luz, hizo que todos los habitantes de la aldea se echaran fuera de sus casas asustados sin saber que ocurría. En la cima de la montaña, alejado de la aldea, el viejo olivo ardía partido en dos por la fuerza de un rayo.
Todos los habitantes corrían con baldes de agua para evitar que las llamas se propagaran y prendieran en sus cultivos, el sustento que habría de mantenerlos durante el largo invierno.
En cuestión de minutos, el viejo olivo se vió rodeado de gente desesperada intentando apagar las llamas como buenamente podía, se hizo una cadena y los baldes volaban entre las manos de los aldeanos que veían como poco a poco el fuego iba soltando su presa.
En medio de la situación, Mohamed y Asael, que se habían despojado de sus respectivas blusas e intentaban enloquecidos salvar aquel árbol, ante los gritos desesperados de sus mujeres.
Fue cuestión de minutos los que transcurrieron hasta que el olivo por fín fue liberado del castigo, gracias a la unión de todos los vecinos que se organizaron enseguida y en todo momento supieron cual era el papel de cada uno.
Cuando todo hubo pasado y los aldeanos volvían a sus casas sudorosos y cansados, el tiempo retrocedío. Allí estaban otra vez Mohamed y Asael junto al árbol, su árbol, el símbolo de su amistad que sus prejuicios había truncado, como el fuego sus ramas y su tronco.
Sus miradas se cruzaron y no hizo falta más, se estrecharon las manos timidamente y a continuación se fundieron en un abrazo tan fuerte, que hasta sus viejos huesos crujieron quejándose de la efusión del momento.
A partir de entonces, aunque ya no pudieron remediar males inmensos de antaño, su amistad resurgió de nuevo de las cenizas como lo hizo el viejo olivo, más fuerte y robusto que nunca.
QUE NO ROMPA LA AMISTAD EL ORGULLO, LOS PREJUICIOS Y LA COBARDÍA, el tiempo pasa, lo estarás lamentando siempre y quizás cuando quieras poner remedio, no tengas la suerte de Mohamed y Asael, y ya sea demasiado tarde.

P'a tu tierra, grulla

P'A TU TIERRA, GRULLA

No m'a preguntes zagala
por qué vengu enfurruñáu,
y espera un poquínu a que pasi
el cabréu que em'palmau.
Que vengu malu entoavía
y sé m'a regüerven las tripas
cuando m'acuerdo lo cá'cucháu
en cá de la tía Frasquita.
Cuando ya m'a levantaba
p'a gorvé a los quihacéris
ha entráu en la tasca, el Matu,
¡er hiju er Mercaéris!
Aquer zága esmirriáu
que un día se jüé del pueblu
p'a podé sé instruíu
y asina cumplí su sueñu.
Y agora güerve el muchachu
con unos aires tan finus,
que ya s'alvidó de su genti
y de tós sus vecinus.
- Vengu a vé a mis padris
qui és lo que me quéa,
y me gúelvo otra ves p'arriba
porque el puebli no m'a llena.
Ya está uno acostumbráu
a lo güeno que jay pá juera
que esto me paéci pocu
y el gorvé m'a desespera-.
¡Que rabia me díu ascucharlo,
que tristeza y cuanta pena!
Ya s'olvidó las fatígas
que sus padris han pasau,
p´quél juera un día
instruíu y estudiáu.
Y las vecis que los probis
me pidiérun de prestáu
reális pá comprarli
tó lo que l'abían madáu.
Y agora vieni el siñutitu
menuspreciandu a Extremaúra...
¡pos que se güerva p'a su sitiu!
y que siga con su ventura
c'aquí no queremos genti
c'a perdío la curdura
y reniega de sus raicis,
de sus gentis y de su tierra,
nusotrus semos humildes,
genti nobli, genti güena
y no nesecitamus de naide
que s'avergüenci y no quiera
reconocé sus oríginis,
y no tenemus tragaéras
p'a guantá estiráus,
por mu leíus que sean.
Nunca olvides tu tierra que quizás algún día, tengas que volver a ella.
¡P'A TU TIERRA GRULLA, AUNQUE SEA CON UNA PATA!

Trabalenguas

TRABALENGUAS

¿Qué fumas?: Fortuna.
¿Qué envidias? Endibias.
¿ Que añoras? Las ñoras.
Porque, si no dices qué fumas, qué envidias y qué añoras:
envidiarás fortuna, añorarás endibias y te fumarás las ñoras.

Costaleros: ¡Arriba Jesús!


Foto: Blas Bancalero Najarro (costalero de Jesús hasta que lo permitieron sus fuerzas)


COSTALEROS:¡ ARRIBA JESÚS!


Suspiros al alba que van al alba,
sentimientos encontrados,
corazones que palpitan emocionados.
A las puertas de Santa María
entre penumbras, difuminados,
pacientes los costaleros
aguardan el momento esperado.
A que esas puertas por fín se abran
y se inicie ,por impulso, el desenfreno,
para ser los primeros en llegar
a los pies del Nazareno.
Y un año más no va a estar solo,
lo acompañan sus costaleros,
que a la voz del capataz
y tras dos golpes certeros
se inicia el rito de la "levantá".
Costaleros: ¡ARRIBA JESÚS!
y Jesús roza el cielo con sus dedos.
Y lágrimas de terciopelo,
ruedan por las mejillas
de todos los costaleros.
Ya está " El Paso" en la calle,
va templado, va sereno...
De hombro en hombro
va pasando el Nazareno
y todos los hombros son uno:
el del padre, es el del hijo,
y el del hijo, del hermano,
y el del hermano, el del compañero
que camina pausado a su lado.
Y tras un largo año de espera
llegó el momento ansiado
por todos los costaleros
para vestirse de morado.
Emociones a flor de piel,
recuerdos de tiempos pasados,
tiempos que nunca volvieron,
miradas de esos abuelos
que también cogieron "El Paso"
hasta que sus fuerzas lo permitieron.



EXtremaúra ya viste de primavera

EXTREMAÚRA YA VISTE DE PRIMAVERA


Ya luce mi Extremaúra su traje de primavera
toito lleno de adornos y lentejuelas.
Un corpiño ceñío y jecho de finas hierbas;
pamplinas, sanguinarias, collejas,
hinojos, barandillas y angélicas.
Y una falda colorá y hasta los tobillos,
que s'arremanga mu risueña,
cuando salta las piedras del río
p'a no resbalá y mojarse las trenzas.
Unas trenzas rubias del color del trigo
mu bien trenzás y mu bien jechas,
ataínas mu delicamente con las jebras
que ha'sacao, de las juncias de su tierra.
Y prendía en su cabeza, lleva mi Extremaúra
una corona de flores:
de manzanillas, de siemprevivas, de celidonias,
de amapolas y adormieras.
¡Qué guapa que luce mi moza!
¡Qué bonita que luce ella!
Toita vestía con flores de las laderas
de sus campos y de sus jesas.
Y güele mi Extremaúra como la gloria mesma,
unos olores que me se meten en mis seseras
y aunque tenga los ojinos fechaos
sé que estoy mu cerquina d'ella.
Y yo la miro atontao, enamoraíto perdío.
Ahí viene la que yo dinguelo vestía de primavera.
Y yo l'agarro del brazo mu suavemente
con miedo de magullá tanta belleza.
Y en lo alto del cielo azul celeste, piropean
los pajarillos con sus trinares, a mi Extremaúra bella.

El Gato


Foto: Internet.

EL GATO

Me llamo Manuel, por tos conocío como El Gato, mote que heredé del difunto mi padre porque al parecer gustaba el hombre de cazar ratones en el silo ande trabajaba.
Sus voy a contar un enreo que se lió el otro día en el que servidor se vió embrolláo sin comélo ni bebélo. Estas cosas pasan, digo yo, porque mi pueblo es un pueblino mu chico, ande estamos no más de cien gurrupatos (si contamos al cura y al sacristán, que aunque no son d'aquí los vemos medio adoptaos) y la gente es mu distraía con eso de los motes que a tos nos ponen ende que nacemos. La cosa jué así más o menos:
Ya m'ancontraba yo mejor del constipao tan malo q'abía tenio y ya no me se caía la moquera ni m'a sonaban pitos en el pecho y ancontrandome más tieso, ecidí da una güerta p'a estirar las patas endispués de tantos días d'encierro.
Ya estaba cuasi en la puerta cuando ascuché las campanas que tocaban a muerto...
-Ujummm , ¿quién habrá caido?- me ije p'ami.

En estas pensaeras andaba cuando destinguí la voz en la calle de La Frasca que le icía al Mochuelo:
- ¿Quién la pasmao, Mochuelo? No m'abía enterao yo que anduviera naide malo en el pueblo.
- S'á matao El Ratón. Ayer estaba el probe echando una pared mu alta en el campo del Serio y de gorpe se le fue el cuerpo p'atrás y s'ascalabrao el celebro. No somos naide, Frasca.
- Y que lo ígas, Mochuelo.
¡Cago en la mar serena! ¡Qué s'a matao el Ratón!
Pos cambio de tornas antonces, habrá que despedí al desgaciao diendo al entierro.
Y p'a la igresia me jui. En la esquina del Tuerto, me crucé con La Liebre, y así que di lo güenos días me se quedó mirando mu seria y endispués salió escopeteá como si juera visto al diablo. Lo mesmo pasó más alante que m'ancontré al tio Gotupo, asina que le puse la mano en el hombro p'a saludalo, gorvió la cara, me jizo una cruz con los deos y me ijo to asustao:
.¡Juera d'aquí, Satanás!
Y s'ascondió en la taberna del Tinajero, cerró la puerta y jechó la tranca.
-Pero,¿ qué les pasa a estos hoy? ¿entoavía tendré cara de desentrerrao endispués de mi cautiverio por la malura?
Y ya jué el colmo cuando al pie de la fuente El Conde me encuentro con Juan, El Mastín, con el que no me palraba dende Tosantos y al que hoy le veo más descolgaos los belfos, y me suerta:
-¡Hombre, Gato! pero... ¿tú no te habías muerto? Están tocando p'a tu entierro...
-Pos mira tú, Mastín (qué cara perro tiene el jodío) que no m'abía enterao yo de esa noticia- le igo mu serio.
Y se larga tan tranquilo camino el juerto y se va riendo encima. ¡Y no piensa dir a mi entierro!
Pero, ¡¡¿Qué corcho estoy iciendo?!! ¿M'abrá güerto la calentura y estará uno delirando de nuevo?
Y así que llegué a la igresia sin más contratiempos y más confundio que al comienzo cuando m'ancontré a La Liebre que me ajuyó corriendo.
Allí jué ande se desenlió el entuerto, allí estaba La Rata y to los Ratoninos de negro, efinitivamente era El Ratón el muerto. Y allí mesmo m'asplicaron el desacierto.
Alguien s'abía confundío en algún momento de bicho, y en vez de enterrar al Ratón, querían enterrar al Gato, pos... ¡ya podían los jodíos por culo enterrar al perro!
Y eso jué lo que pasó, señores: El Ratón se mató solo y otros mataron al Gato, mientras El Mastín anda suelto y tan contento.


Mayores


Foto: Internet.


MAYORES
 
Hoy he abierto una de esas enciclopedias que hablan.
Una de tantas, porque hay muchas y todas buenas.
Una de la que muchos ignoran porque sus pastas son viejas
y sus páginas se encuentran ajadas y amarillentas.
Y cada vez que esto ocurre, que suele ocurrir con frecuencia,
Es ese libro de turno tan grueso el que me hace sentir niña de nuevo, me sienta en su regazo y me cuenta... y yo escucho la voz de la experiencia.
Y me olvido del tiempo que ha transcurrido desde que lo abrí.
No sé si han pasado minutos, horas... y él no se inmuta.
Él tiene todo el tiempo del mundo para quien quiera escucharle,
sin preguntar siquiera, no es necesario.
Y va pasando sus páginas despacio y me muestra imágenes
que no son nítidas al principio, pero que él va haciendo que poco a poco
alcancen la claridad que se desea.
Y de pronto, retrocede. Hace un inciso en lo que me cuenta y en un segundo, me encuentro en una de sus páginas del comienzo y hace que me fije en ella. Y al momento, sigue hilvanando la historia de nuevo... otra vez vamos hacia delante.
Hoy he abierto una de esas enciclopedias que hablan.
Una de tantas que cuentan sus vivencias, que son sabias,
a las que siempre escucho porque me enseñan.
De esas de pasta de carne y hueso, con arrugas y dolencias.
Esos libros engrosados por experiencias, viejos y sabios, de páginas
amarillentas, llevan sus títulos grabados en letras grandes, de oro, porque no pueden ser impresos de otra manera.
No ignores los libros que hablan y que se titulan MAYORES porque son viejos y sus páginas no tienen buen aspecto ni buena presencia.
Yo te puedo hablar de eso a conciencia, porque cada vez que con alguno hablo, que suele ocurrir con frecuencia, una vez que digo adios y cierro el libro,me quedo de la misma manera: Absorta, ensimismada y boquiabierta...

El Ropajes


Foto: Internet.


EL ROPAJES
Y tonto le llaman los listos de mi pueblo,
porque nunca ha sido ni será como ellos,
ni parecido ni un ápice, ni por asomo,
El Ropajes definitivamente, no es de este tiempo.
Tiene El Ropajes un perro viejo y tuerto,
tan sucio y menesteroso como su dueño,
con el que comparte alimento y manta
en las frías noches que nos trae el invierno.
Tiene El Ropajes una maña para los remiendos
de pingos y harapos, que saca de estercoleros,
que una vez terminados y él darlos por buenos,
lucen en su cuerpo muy bien cosidos, pero viejos.
Y tonto le llaman, los listos de mi pueblo,
porque nunca ha sido ni será como ellos...
Tiene El Ropajes una gracia para los pequeños
que lo buscan por la plaza al salir del colegio,
y él les hace unas bromas y unos juegos
que los niños rien y rien con él, y él con ellos.
Y tonto le llaman, los listos de mi pueblo,
porque nunca ha sido ni será como ellos...
Tiene El Ropajes un talante tan puñetero,
que no quieras verlo malhumorado y tieso
cuando le hablan de cuentos y chismes
los desocupados en la tasca del pueblo.
Tiene El Ropajes un sino, tan noble y bueno,
que el no entiende de riñas ni enfrentamientos.
No se mete con nadie y es feliz con su perro,
al que cuidó tras una paliza que otros le dieron.
Y tonto le llaman, los listos de mi pueblo,
porque nunca ha sido ni será como ellos,
ni parecido ni un ápice, ni por asomo,
El Ropajes definitivamente, no es de este tiempo.


¿Sabes, abuelo?

¿SABES, ABUELO?

 ¿Sabes, abuelo?
Cuando yo sea mayor
arreglaremos el mundo,
lucharemos los dos
porque exista armonía
en la tierra.
Cuando yo sea mayor
abuelo,convertiremos
en estatuas de sal
a los que están a favor
de las guerras,
a los que matan
sin importarles nada ni nadie.
Cuando yo sea mayor
abuelo, se convertirán en cristal
todas las manos
que pegan, que maltratan,
que humillan...
En miga de pan
se convertirán,
los que niegan el pan
a los hombres,
que mueren olvidados
sin que nadie los extrañe.
¿Sabes abuelo?
La sonrisa de un niño
iluminará cada día
el sendero de la esperanza.
Los ojos de una mujer
brillarán a sabiendas
de que nada está perdido.
Las manos del hombre
estrecharán otras manos
simbolizando la paz.
¿Sabes, abuelo?
Cuando yo sea mayor,
entre los dos
CAMBIAREMOS EL MUNDO.

Las ovejas


Foto: Internet.


FÁBULA
LAS OVEJAS
Pastando estaba un rebaño de ovejas tranquilamente en un lugar del campo donde la hierba era alta y fresca.
De pronto, la oveja lider levanta la cabeza y sin más, marcha a paso ligero hacia una zona rocosa.
El resto del rebaño, al obsevar la escena, se va colocando en fila y corre para seguirla.
Dos ovejitas jóvenes que andaban un poco despistadas, cuando quisieron levantar la cabeza comprobaron que estaban solas y que el resto ya andaba bastante lejos siguiendo a la oveja primera.
- Oye, ¿ por qué nos vamos?- preguntó la más pequeña a la compañera que ya se alejaba para alcanzar a las demás.
- No sé, pero nuestra lider sabe lo que hace, no preguntes y apresúrate.
Cuando nuestras dos amigas llegaron a las rocas, se chocaron de frente con la gran oveja y su séquito que de nuevo la seguía en silencio de vuelta al lugar donde pastaban anteriormente.
Nuestra pequeña y avispada ovejita volvió a preguntar, esta vez a una de las ovejas mayores:
- Y, ¿ ahora, que ocurre?
- Nada, nuestra jefa tenía necesidad de evacuar y hoy se comprende que quería hacerlo junto a aquellas rocas. Ya hemos aprovechado las demás para hacer lo mismo.
La pequeña, que no salía de su asombro, volvió a preguntar:
- Y , ¿ por qué tenemos las demás que ir tras los pasos de una oveja caprichosa y maniática, por muy líder que sea?
- Porque somos ovejas, pequeña, porque somos ovejas.



Moraleja: Si sigues a una persona que sea porque compartes con ella ideas, pensamientos o actitudes. Nunca idealices a nadie sin un motivo o una razón clara. Y sobre todo, nunca hacerlo porque lo hacen los demás, no seas oveja.

Viernes Santo Jerezano

A Nuestro Padre Jesús Nazareno. Jerez de los Caballeros.

FOTO: Paqui Márquez Benavides.

VIERNES SANTO JEREZANO

Madrugada de Viernes Santo
en mi tierra jerezana,
la muerte ya se te acerca
silenciosa, solapada.
En la puerta del Sol yo espero
que llegue la hora marcada,
¡las siete de la mañana, Jesús mío!
tu suerte ya está echada.
Y cuando las puertas se abren
y la luz de la aurora te da en la cara,
¡qué expresión de sufrimiento,
qué resignación en tu mirada!
A tus pies, ¡Jerez entero!
y en un silencio que nadie profana,
de pronto, ese grito desgarrado:
¡¡ARRIBA, JESÚS!!
Y lagrimas de sal derraman
tus hermanos y hermanas.
¡qué emoción más grande,
padre mío!
Las siete de la mañana...
Y comienza tu recorrido
por las calles jerezanas
y los costaleros mecen tu paso,
se enlazan brazos y aúnan hombros
y a la luz de los velones,
mi Jesús comienza el calvario.
Y cuando abandonas tu barrio
para adentrarte en la plaza,
un dolor muy fuerte
nace desde mis entrañas.
El encuentro con tu madre
hace que se me parta el alma
y ese beso y ese abrazo
que indica que todo acaba.
¡¡ARRIBA, JESÚS!!
Grita el pueblo emocionado,
ya no hay romanos con lanzas
que impidan que una madre
despida a su hijo esa mañana
en que su fín está cerca,
y se cruzan sus miradas...
el respeto y el fervor se palpan
entre las gentes que hay en la plaza.
Centenares de forasteros
que nos visitan por Semana Santa,
son testigos mudos de lo que pasa
un Viernes Santo por la mañana
en que todo es dolor y llanto
en mi tierra jerezana.
Mientras, Jesús prosigue su camino
y en su paso va al son que toca su banda,
trompetas y tambores marcan la marcha.
Y se turnan sus costaleros
para cargar el madero
y hacerle su aflicción más liviana.
Miro al hijo y miro a la madre
que en silencio lo acompaña,
y miro al pueblo que alumbra
las calles empedradas.
Y huele a incienso y a claveles
rojos sangre, esa misma que resbala
por el rostro del Nazareno,
el Viernes Santo por la mañana.