viernes, 19 de diciembre de 2014

Una chica Amarillo-Capítulo II

Sus manos chocan con algo, cuando María, ya de vuelta a la tierra después de su agradable viaje que ha durado mucho menos de lo que ella hubiera pretendido, busca a tientas su libro de texto bajo la mesa, algo inesperado se cruza en su camino. Extrañada baja la cabeza y echa un vistazo para ver de qué se trata, seguro que es una broma más de las muchas que ya le han gastado sus compañeros a lo largo de la mañana.
María entiende con ello, que hoy es ella la excusa para romper con la rutina diaria, algo con lo que hacer que la jornada se haga más llevadera. Ya pasó lo peor, los tironcitos de orejas, el aguantar las burlas de los demás cantando el consabido cumpleaños feliz, exagerando en demasía el tonillo infantil y que a ella tanto le molesta. Pero bueno, es un día al año y es el precio que hay que pagar, ya le tocará a ella formar parte del otro bando, como ha ocurrido infinidad de veces.
Ayudándose de la punta de sus dedos índice y pugar, María tira suavemente del papelito que aparece cuidadosamente doblado infinidad de veces, si no hubiera sido colocado de forma tan estratégica en el sitio en cuestión o por casualidad hubiera caido al suelo, ella no le habría dado importancia, sería un papel más de los muchos que por razones inexplicables desvían su trayectoria cuando son lanzados camino de la papelera.
-.. Si os fijáis en las fotografías que aparecen en la parte superior derecha, podréis comprobar que cada una de ellas son un ejemplo bastante claro de que ya se van produciendo cambios relevantes en la forma de tallar las piedras, eso nos hace pensar...
María levanta la cabeza de pronto y fija su mirada en la figura del Homo sapiens que sigue con su charla, sentado en la silla y abierto de piernas, apoya los codos en la mesa y mueve las manos de tal manera, que es complicado pensar como sería impartiendo una clase con sus muñecas atadas a la espalda.
Es entonces cuando recibe un fuerte codazo por parte de su compañero, da un pequeño respingo que la hace saltar en la silla y un ¡ay! espontáneo sale de su garganta.
-Me estás poniendo nervioso, desde que ha comenzado la clase no has parado de moverte, aún no has abierto el libro y parece que estás en las nubes, céntrate un poco y estate quieta ya de una puñetera vez.
Cuando María aún dolorida por el golpe recibido se dispone a contestar enfadada, la voz del mono se alza clara y pregunta:
-¿ocurre algo por aquella zona que pueda ser de interés general?
- No, nada, perdón - se apresura a responder el muchacho.
Y volviendo la cara hacia ella, entorna los ojos y le lanza una mirada tan desafiante, que María resbala un poco en la silla y por unos segundos queda rígida con el papelito en las manos aún sin desdoblar.
Está visto y comprobado que va a ser imposible saber el contenido de aquello que la está poniendo tan nerviosa y que no para de dar vuelta en sus manos temblorosas. Echa un vistazo al reloj y comprueba que aún falta más de media hora para que acabe la clase. gira la cabeza y mira a su compañero que sigue atento a las explicaciones de Goyo, que continúa soltando la charla sobre algo que ocurrío hace millones de años y que a María nada le importa, y menos en un día como el de hoy. Pero aún así, saca por fín el libro, lo abre por la página que observa en su compañero y se dispone a recuperar el tiempo perdido, si eso puede ser posible. Paciencia, media hora más y se disiparán las dudas...

No hay comentarios:

Publicar un comentario