Sus manos chocan con algo, cuando María, ya de vuelta a la tierra
después de su agradable viaje que ha durado mucho menos de lo que ella
hubiera pretendido, busca a tientas su libro de texto bajo la mesa, algo
inesperado se cruza en su camino. Extrañada baja la cabeza y echa un
vistazo para ver de qué se trata, seguro que es una broma más de las
muchas que ya le han gastado sus compañeros a lo largo de la mañana.
María entiende con ello, que hoy es ella la excusa para romper con la
rutina diaria, algo con lo que hacer que la jornada se haga más
llevadera. Ya pasó lo peor, los tironcitos de orejas, el aguantar las
burlas de los demás cantando el consabido cumpleaños feliz, exagerando
en demasía el tonillo infantil y que a ella tanto le molesta. Pero
bueno, es un día al año y es el precio que hay que pagar, ya le tocará a
ella formar parte del otro bando, como ha ocurrido infinidad de veces.
Ayudándose de la punta de sus dedos índice y pugar, María tira
suavemente del papelito que aparece cuidadosamente doblado infinidad de
veces, si no hubiera sido colocado de forma tan estratégica en el sitio
en cuestión o por casualidad hubiera caido al suelo, ella no le habría
dado importancia, sería un papel más de los muchos que por razones
inexplicables desvían su trayectoria cuando son lanzados camino de la
papelera.
-.. Si os fijáis en las fotografías que aparecen en la
parte superior derecha, podréis comprobar que cada una de ellas son un
ejemplo bastante claro de que ya se van produciendo cambios relevantes
en la forma de tallar las piedras, eso nos hace pensar...
María
levanta la cabeza de pronto y fija su mirada en la figura del Homo
sapiens que sigue con su charla, sentado en la silla y abierto de
piernas, apoya los codos en la mesa y mueve las manos de tal manera, que
es complicado pensar como sería impartiendo una clase con sus muñecas
atadas a la espalda.
Es entonces cuando recibe un fuerte codazo por
parte de su compañero, da un pequeño respingo que la hace saltar en la
silla y un ¡ay! espontáneo sale de su garganta.
-Me estás poniendo
nervioso, desde que ha comenzado la clase no has parado de moverte, aún
no has abierto el libro y parece que estás en las nubes, céntrate un
poco y estate quieta ya de una puñetera vez.
Cuando María aún dolorida por el golpe recibido se dispone a contestar enfadada, la voz del mono se alza clara y pregunta:
-¿ocurre algo por aquella zona que pueda ser de interés general?
- No, nada, perdón - se apresura a responder el muchacho.
Y volviendo la cara hacia ella, entorna los ojos y le lanza una mirada
tan desafiante, que María resbala un poco en la silla y por unos
segundos queda rígida con el papelito en las manos aún sin desdoblar.
Está visto y comprobado que va a ser imposible saber el contenido de
aquello que la está poniendo tan nerviosa y que no para de dar vuelta en
sus manos temblorosas. Echa un vistazo al reloj y comprueba que aún
falta más de media hora para que acabe la clase. gira la cabeza y mira a
su compañero que sigue atento a las explicaciones de Goyo, que continúa
soltando la charla sobre algo que ocurrío hace millones de años y que a
María nada le importa, y menos en un día como el de hoy. Pero aún así,
saca por fín el libro, lo abre por la página que observa en su compañero
y se dispone a recuperar el tiempo perdido, si eso puede ser posible.
Paciencia, media hora más y se disiparán las dudas...
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