Después de todo, no estaba tal mal la charla, en los minutos
restantes hasta acabar la clase, María alcanzó a coger el hilo de las
explicaciones del profesor. Lista aquella gente que vivió por aquel
entonces, de que manera tan rudimentaria construían sus propias armas,
que posteriormente les valdrían para proporcionarse su sustento, pensó.
Sin dejar de mover el trasero en la silla, y sin poder evitar el no ser
capaz de sacar su mano del bolsillo de la chaqueta donde tocaba una y
otra vez aquel trozo de papel motivo de su inquietud, fueron corriendo
los minutos, y la clase llegó a su fin. Nada más tocar el timbre, María
salió disparada hacia los aseos de las chicas, chocando involutariamente
con aquel cuerpo inmenso del Homo sapiens que en ese momento se
disponía a abandonar el aula.
- María, ¿te encuentras bien?
- Si Goyo gracias, cosas de mujeres.
El sonrió y la siguió con la mirada hasta verla desaparecer tras girar
en la esquina del pasillo.Cosas de mujeres, una respuesta muy curiosa, y
siguió su camino hasta la sala de profesores.
Quería ser la primera
en llegar a los aseos, sabía que sólo disponía de escasos cinco minutos
entre clase y clase y que su corazón no aguantaría otra hora más hasta
el siguiente recreo para leer por fín aquella nota o lo que fuera.
Porque, ¿y si era un papel en blanco?, esa posibilidad no la había
barajado. Pensar que después de todo, podría haberse entusiasmado por
nada... Entró en el primer aseo que encontró abierto y rápida cerró la
puerta y echó el pestillo, ya se oían pasos y voces por el pasillo, en
cuestión de segundos, aquello estaría lleno de chicas y no quería
mantener conversación con nadie, el tiempo apremiaba. Cogió aire y lo
fue soltando poco a poco. Intentó dominar los nervios y muy suavemente
fue desdoblando aquel papel con la punta de los dedos, con miedo de que
por una torpeza suya se pudiera rasgar o desintegrar directamente. Se
oyen unos golpes en la puerta y la manivela gira hacia uno y otro lado.
- ¡Ocupado!
Comienza a correr el agua en los grifos, cisternas que descargan,
conversaciones entre las chicas ... Pero María a vuelto a elevarse, con
el papel en sus manos ya completamente abierto pero aún sin leer, ya no
oye, no escucha, está muy lejos de los aseos, del instituto y de todo lo
terrenal. Ha reconocido su letra, esa letra picuda e inconfundible que
tantas veces a visto en borradores y que ella misma ha tenido que pasar a
máquina para cualquier artículo. Pero esta vez no tiene nada que ver
con la revista, esta vez esas letras van dirigidas a ella, son para
ella:
"Cuando te tenga de frente la próxima vez que coincidamos,
por la expresión de tu cara veré si te ha llegado esta nota y has leido
su contenido. Antes que nada quiero felicitarte, quise ser el primero
esta mañana cuando te vi llegar al instituto, te estaba esperando, había
conseguido reunir el valor suficiente para hablar contigo por primera
vez, pero cuando me disponía a acercarme , la gente comenzó a rodearte y
ya no me atreví. Me hubiera gustado decirte todo esto en persona, pero
sé que comenzaría a balbucear como un niño pequeño y quizás me mandaras
al carajo. Animado por Antonio, el profe de ingles, te escribo estas
letras, en las conversaciones que hemos tenido sobre tí, yo le he
explicado lo que siento y le he pedido consejo. Pero no puedo más que
hacerte llegar mis sentimientos a través de un papel. No sé que piensas,
si tu sientes lo mismo, no he notado nunca nada en tí que me pueda
hacer pensar que soy correspondido. Y esta incertidumbre me mata, no
estoy centrado, no duermo, no vivo. La revista está casi lista, hoy
daremos los últimos retoques, pedí a Antonio, que no fueras tu esta vez
la que pasaras a máquina mi poema de este trimestre, para que cuando lo
veas, esté ya publicado. No en un borrador, sino limpio. El poema eres
tu, eres como yo te veo, esas palabras en prosa te definen. Espera a que
salga la revista, no me digas nada aún cuando nos veamos, espera a que
salga y luego... haz de mi lo que quieras, pero no puedo seguir asi, no
puedo".
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